Conducta iconoclasta.
-Hola, he venido a confesarme. No sé llorar.
Y mientras tanto, me sobran los ríos y se me caen las hojas. Pierdo los veranos, planto caracoles inmaduros en los octubres. Construyo azoteas que se derrumban cuando resoplo, y me como los vientos.
Pretendo saber pretender, pero finjo tan bien que nadie se lo cree y nadie se da cuenta.
Poseo un cajón llamado Miradas furtivas en el que nunca he hecho limpieza, y de nada nunca me ha servido.
Me visto en guerras, duermo en trincheras, odio la violencia y soy tan violenta como los impulsos dulces.
El equilibrio que no sabe andar sobre una cuerda, y la cuerda harta de sostener. Sustento de la noche, alimento del día. Una impecable revolución sangrienta que no mancha.
Soy un poco iconoclasta licenciosa, por parte de padre.