Incoherencias antes del café.
No me importa reconocer que, después de todo, escribo incoherencias que dos afortunados entienden, pero ésta es la manera que tengo de esconderme según estoy confesando.
No me pidáis más tiempo que no dispongo de mucho, pues ya invertí la mitad de mi eternidad en esos cuentos que quitan las ganas de dormir, pero la verdad es que, probablemente, volvería a entregar los 80 años que me quedan de vida -tirando a la alza y si la nicotina o un infortuito suceso no me lo impide- a ese que contamina cualquier bello paisaje natural.
Que susurre el viento una palabra cada noche y que no hable de ti cuando llegue a mis oídos.../span>
Tampoco pido tanto.
Podrá pasar mucho humo entre nosotros dos, pero nos hemos marcado un hondo agujero al que acabaremos encontrándole la gracia.
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