4 de febrero de 2007

Incoherencias después del café.

Voy a tratar de ser discreta, frente y contra todo porque, ¿de qué me sirve a mí, después de tanto, acurrucarme siempre en el primer rincón que veo? No... de nada. Tras comprobar la poca fuerza de las ondas sonoras de mis gritos, he decidido hablar a susurros y quien me quiera oir, que me oiga y quien me quiera entender, que me entienda. Prometo que no voy a pedir una comprensión, aunque la siga necesitando y la vaya escurriendo siempre que se me presenta la oportunidad... No es la mejor solución, pero hasta que la luna no me arregle lo descosido que tienen mis noches, enmendaré con tiritas las heridas que debería coser.

















Mucha azúcar, en ocasiones, es malo.


1 comentario:

--- dijo...

Y por eso es que tomo mi café negro, sin azucar. Como la noche donde entre azabaches cabellos la amé.


Gracias por tus palabras y saludos, desconozco como habrás llegado, pero bueno saber que lo hiciste.

Estaré leyendote ;)


Saludos