25 de junio de 2010

Tormenta eléctrica

Yo tenía un hilo que junté y tersé. Perdí el ovillo, y enredé cabello a cabello otra oportunidad.
Entonces, se juntó todo: inestabilidad estable e instalada, deseo y desgana, una tormenta eléctrica lejos del cielo que importa. Y Fito.

Querida montaña de sueños enclaustrados, dejad de hacer equilibrio sobre mi pelo.



Y mientras en la calle está lloviendo,
una tormenta hay en mi corazón.
Dame otra copa, aún estoy sereno,
quiero beber hasta perder el control.


-Fito y Fitipaldis.

22 de marzo de 2010

Corazón, mañana.

Disculpa, me he equivocado de habitación,
no pretendía ser de ti una nada.
La culpa es mía por haber vendido la razón;
anduve y andé y paré cansada,
y se ve que no estuve acertada
al tomar la dirección.

Resulta que el sol estaba huyendo y temí,
la noche nunca me amparó,
me quité los zapatos, dolían, y los perdí;
entre tanta piedra, un corazón,
lo acaricié de lejos y se me cayó
pues no quería asir.

No me aventuraré a decir si me seguía,
ni siquiera si se giró a mirar,
corrí de espaldas, corrí lento y con alevosía;
me mezclé con el cielo y la sal,
corrí para que me viera pasar
por si buscaba compañía.

Entre días y meses y años, creí comprender
y me hice roca para adherirme,
para perdurar inmutable por si iba a volver;
compré zapatos y tierra firme
y en carrerilla hacia su timbre
le vi en manos de cordel.

Es por ello que tengo los zapatos bajo la cama,
porque he vuelto a correr a tientas
por los pasillos de los que quise salir descalza;
y por eso voy cubierta de enmiendas,
porque al corazón herido que se defienda
le espera otro mañana.



¿No lo ves?
Me muevo como un tren en alguna tierra extranjera,
no tengo ticket para este viaje pero lo tendré.


-Richard Ashcroft

28 de febrero de 2010

Pero nunca más sabia.

Y ahora que soy más vieja pero nunca vieja,
quiero arrastrar la juventud,
esparcir las cenizas de las muertes enterradas,
hacerte permanecer,
limpiar mis manos con las gotas caídas,
ahora que se han ido,
y decirte que sujetes el alma,

Bendecir las violadas promesas añadidas,
dejarme volver a entrar,
jugar con hilos y suponer los ojos,
iluminar otra vez la luz,
y decirte que sujetes la sonrisa.

Aquí dentro de la guerra puedo ver la sangre,
pero nunca había sido tan honesta,
¿sigue saliendo rezumando en azul?
Dejé pedazos en cada rincón
y he vuelto para completarme.

Ahora que me he convertido en un ángel pero no santa,
por vestirme en desdén,
quiero estar segura de que la forma segura está viva,
escupe violentamente tus deseos,
y no dejes de sujetar la sonrisa.

Aquí dentro de la guerra puedo ver la sangre,
pero nunca había sido tan honesta,
¿sigue saliendo rezumando en azul?
Dejé pedazos en cada rincón
y he vuelto para completarme.
Para devolverte tus pedazos,
para disculparme por coger tus pedazos,
para quedarme y pegar tus pedazos.
Para completarnos.




Ángel o demonio,
rendí mi alma.
Soy culpable de traición,
he renunciado al control.


-30 Seconds To Mars


Lo escrito hoy es parte de una canción, que escribí en inglés, por eso no rima y por eso algunas estrofas son más largas, por la traducción.

24 de enero de 2010

Poema disecado.

¿A quién escribes tú,
desorientado, asfixiado,
letras descosidas, lisiado,
atentas al apuro de morir?

Y, ¿a quién le sufres tú
supuración de dedos yertos,
romanticismo muerto,
rimas secas de morir?

Yo no aprendí, y, ¿tú?
A desquiciar mucha prosa,
extasiarla, hacerla jocosa.
Ni los poemas saben morir.

Porque, ¿a quién escribes tú?
Sólo mis letras revueltas
se ilusionan y apedrean
cuando las hablo de morir.

Porque si a quien escribes tú
se retuerce en su jaula,
y se diseca en su lava
cuando le dañas y morir

Parece una falta y tú,
que te alzas desde insensatez,
ceguera coja, deslumbre y sed,
callas cuando ha de morir,

Yo, que soy a veces de tú,
apagaré la sombra despierta,
y apurada creyente tormenta,
abriré la muerte para morir.



No quieres hacerme daño,
pero mira qué profundo yace la bala.


-Placebo