31 de marzo de 2007

Observa, no Mires.

Si no has visto, no puedes creer.
Sigue a pies juntillas cuanto te digo cuando no estoy diciendo nada aparente, y con las instrucciones, haz un barco de papel que navegue lejos.
Si de veras piensas que soy inconsciente cuando el sol se pone, es porque no me conoces de madrugada.
Si de veras has observado en mí un desorden cuando ya ando perdida a través de cualquier ventana que me abra un nuevo mundo, es que quizás tú no sabes lo que te estás perdiendo por cerrar la cortina.
Puedo situarme en el centro del universo, que estaré aún donde tú creas que yo estoy. Es fácil, si lo crees.

El olor que tienen las flores del invierno no pudieron conmigo, y todavía resistí a su florecer del abril más áspero y otoñal.
La conclusión final que hice del principio, fue que me dolería el intermedio, y más aún la mitad, y eso fue lo que atrajo el fin.

Que cada uno esboce un sonido al aire por si necesita de otro para ser escuchado, y quien escuche, será quien crea y quien vaya a estar. Quien oiga y depure, será quien muera para no vivir, quien oiga y sea atraído por el silencio, sangrará por el susurro del amargo. Quien finalmente acuda, será el que no se marche.

El día no se ha ido, tienes tantos minutos como quieras en él, ¿no te das cuenta de
cuan largas o cortas pueden ser las mismas 24 horas? Has de saber cómo gastarlas, y, la mejor manera, es, sin duda, gastándolas.
No pienses demasiado, que esto no está hecho para pensar, sino para observar donde no hay cosa que mirar, y no mires, ni veas, observa y quédate con la respuesta propia a las preguntas que sabes que te estoy haciendo.
Inclina el cuerpo a la izquierda y dobla el brazo a la derecha, y tira hacia adelante, pero mira de cuando en cuando para atrás. Que no se te escape nada, pero olvida los deshechos allá donde un basurero se apresure a limpiar la basura.

Sé, más que parece, y estate pero nunca dejes de moverte.
Es más sencillo de lo que crees, si crees.
Ábrete las venas pero hazlas crecer con el riego que le sobre a tu cabeza, ábrelas e intoxícalas de vida, de sueños, de fantasías, de tropiezos, caídas, levantamientos, derrumbamientos, llénalas de corazón y alma, de mente y cuerpo, de metáforas extorsionadas por dedos ajenos, libera tus emociones y libérate tú después a la sombra de una buena melodía que te haga volver menos cuerdo.
La vida pasa una vez, como el tren que se pierde en la inmensidad de unas vías fantasmas, viene y no vuelve a venir, agárrate a ella y suéltala cuando veas que es conveniente no hacer caso a sus deseos de fuga.

Descansa, pero vive agotado.
Agota y agótate. Pero vive.
Feliz.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Qué agradable escrito. Estaré dispuesta a leerlo seguido, en cada uno de mis momentos de tristeza.
Muchos saludos :)