24 de diciembre de 2008

Erróneamente bien.

Creo que soy infinitamente más infinita en tu infinitud.
No sé cómo lo verás tú, pero a mí se me acaba de ir de las manos.
Y aunque podría anclar una palabra a una coma y coma con metáfora derruida, jamás sería capaz de hilar con la fuente Verdana lo presuntuosamente ciega que estoy.
Ni que decir tiene lo, además, equivocadamente a gusto y entretenida que paseo sobre tu brazo.

Vamos, que estoy acojonada.



Él corría, nunca le enseñaron a andar,
se fue tras luces pálidas.
Ella huía de espejismos y horas de mar.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Al final estas huídas son las que nos encuentran en una eternidad mucho más limpia.
Te deseo una feliz vida y que los versos nos sigan encontrando en este universo de palabras.
Un abrazo.